Alma sin telón
Este proyecto artístico gira conceptualmente en torno al paisaje con la idea de acercar lo clásico a lo actual a través de un lenguaje propio. Un discurso personal que incluye las emociones y percepciones, transmitidas por estos paisajes y espacios, en ocasiones imaginados, que adquieren un sentido nuevo.
En algunas ocasiones, los paisajes no son realizados al aire libre ni a partir de documentación, sino de memoria, extrayendo de su mente y de sus sensaciones lo contemplado.
En palabras de Argullol, 1999: «Podría entenderse la entera historia de la pintura de paisaje desde esta perspectiva: el descubrimiento, la conquista y la pérdida de la capacidad humana de contemplación, así como las sucesivas reconquistas de la misma. Los paisajes pintados son, en cierto sentido, dobles proyectados por el hombre para traducir plásticamente sus convicciones, miedos o sensibilidades. Un hombre es lo que se atreve a contemplar: y algo similar ocurre con las culturas. La pintura china ha contemplado con delectación el vacío. En Occidente el horro vacui ha sido casi constante y la necesidad de llenar los horizontes observados explica la ordenación arquitectónica del paisajismo europeo tras el Renacimiento. Pero la pintura moderna ha querido contemplar también el vacío. Desde Turner, que a lo largo de cincuenta años experimentó todas las metamorfosis del paisaje, hasta Malevich o Rothko.
Sea cual se a su escepticismo, ni el pintor ni el espectador (que quiera serlo) pueden creer inanimada a la naturaleza. El paisaje solo existe realmente si existe la contemplación, y contemplar es ver el alma de las cosas. Incluso si se trata del vacío».
Entiende el acto mismo de pintar con una actitud completamente desenvuelta, y lo realiza con una ejecución suelta, donde la contemplación de las cosas naturales y fugaces le ofrecen todo lo necesario para su libre experimentación en solitario. Son en sí mismas obras personales, intimistas, sobre paisajes afectivos para uso exclusivo de la pintora.
En definitiva, esta muestra es un reflejo de una actitud ante el acto pictórico, una forma de entender la pintura y de actuar sobre ella a partir de una interpretación estética de su entorno llevado a su propio mundo interior.